terça-feira, 16 de agosto de 2011

Carta de la Madre Coordinadora
en la solemnidad de Santa Beatriz
BEATRIZ EN EL V CENTENARIO
A todas las hermanas
de la Confederación Santa Beatriz de Silva

Mis queridas hermanas: todavía conservo, en la retina de los ojos, la imagen de vuestra presencia en la celebración del Congreso y el jubileo concepcionista. Hemos vivido el regalo de la fraternidad, hemos dado pasos en la comunión y comunicación de nuestra Orden creando vínculos cada vez más fuertes entre las hermanas y todo ello cobijadas bajo el manto de madre fundadora. Si a ella en su vida de bienaventurada le cabe más alegría y gloria, sin duda que las ha disfrutado en estos días. ¡Qué satisfacción y gozo ver a las hermanas unidas!
“Si el grano de trigo no muere no da fruto, pero si muere da mucho fruto”. Beatriz en su vida de donación y seguimiento a Jesucristo Redentor es ese grano de trigo muerto y fecundo en la espiga de su Orden. Una fecundidad con 500 años de existencia y con vitalidad creciente porque sus hijas han mantenido viva la llama que el Espíritu depositó en ella, han sabido mantener y crecer en la fe como María Inmaculada, han sido fieles al regalo de su vocación contemplativa, han sabido vivir en soledad y silencio “el signo del misterio Trinitario, dentro de sí y con las hermanas, pues cada hermana es lugar privilegiado de comunión con Dios”. (Cf. CCGG 95)
Las hermanas que nos precedieron son una herencia para agradecer e imitar en sus más genuinas virtudes de Concepcionistas. Sobre nosotras, sobre este presente de gracia que estamos viviendo, recae la responsabilidad de seguir manteniendo viva esa llama del Espíritu. No es momento de desánimo, ni de desilusión, es momento de reemprender la ilusión del seguimiento a Jesucristo Redentor con la confianza y el entusiasmo del amor primero. Él ha sellado una alianza con nosotras el día de nuestra profesión, pero no nos dijo adónde nos llevaría ni cómo haríamos el camino, nosotras nos fiamos de él. Hasta ahora no nos ha defraudado, seguro que nos ha llevado por veredas tortuosas, por sendas que no conocíamos, pero él va siempre a nuestro lado, no rompe su alianza. Y no sabemos nada de su plan sobre nuestras vidas, pero en lugar de buscarnos nosotras el camino, dejémosle a él y permanezcamos atentas al susurro de su Espíritu.
Santa Beatriz fue siempre arcilla en las manos amorosas de su Alfarero, lo suyo no fue instalarse en sus proyectos, en lo que ella creía que era lo mejor, sino que en oración constante, trataba de descubrir la voluntad de su Señor. Ella se había consagrado y seguía a Jesucristo, no a su proyecto.
María de Nazaret, se fía del mensaje del ángel, y hace vida en su vida la Palabra de Dios, no tiene miedo a las fatigas y a los peligros de la montaña y corre aprisa al encuentro y a remediar las necesidades que hay fuera de ella, no se mira, mira los planes de Dios en el mundo. María es la pobre de Yahvé, la disponible a su Palabra, la que entiende muy poco de lo que le está pasando pero se fía totalmente de quien la lleva y de Aquel que lleva en sus entrañas.
Hermanas, pertenecemos a la Orden de la Inmaculada Concepción, para seguir el camino de estas dos mujeres que Dios Padre ha puesto como paradigma en nuestra historia de salvación y como compañeras y guías en nuestro camino de peregrinas.
El desposorio con Jesucristo Redentor implica nuestra confianza total en él, implica no querer ni buscar nada fuera de su voluntad, implica ayudarle a que realice su obra en cada una de nosotras y en el mundo, implica “limpiar el corazón de los deseos terrenos y de las vanidades del mundo” (R 30) “Y desear tener sobre todas las cosas el espíritu del Señor y su santa operación”.
Seamos hermanas de la Orden de la Inmaculada Concepción llenas de “humildad y mansedumbre” (R 44) con el corazón capaz de sembrar confianza a nuestro alrededor, convencidas de que la alianza que Dios Altísimo ha hecho con nosotras se cumplirá. La Palabra de Dios nos lo repite a cada paso.
Os deseo un final feliz y gozoso de las celebraciones del V Centenario, mirad que no vamos a conocer el siguiente, aprovechemos para recrear nuestro corazón en la fidelidad del amor.
En el mes de noviembre tendremos, Dios mediante, la Asamblea Confederal electiva, presentad al Señor todas las ilusiones y deseos de la hermanas, para que el camino Confederal sea cada vez más y mejor instrumento de formación, unión y comunicación.
Felicidades para las que lleváis el nombre de Asunción y de Beatriz.
Junto a María permanecemos en la oración.
Un abrazo fraterno.
Madre María de la Cruz Alonso Paniagua
Coordinadora

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