quarta-feira, 18 de maio de 2011

LA REGLA
DE LA ORDEN
DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

EN EL HOY DE LA IGLESIA
Carta del Ministro General OFM
a todas las Hermanas
de la Orden de la Inmaculada Concepción,

en el V Centenario de la aprobación de la Regla de la OIC

¡Ave María Purísima!

Saludo y Gratitud al Señor
Mis muy amadas Hermanas Concepcionistas: Con inmensa alegría en el corazón y con el aprecio que sabéis os tengo, os saludo y os deseo todo bien en el Señor: ¡El Señor os dé su paz¡
Está a punto de cumplirse el V Centenario de la aprobación pontificia de la Regla de la Orden de la Inmaculada Concepción, por parte del Papa Julio II, con la Bula Ad Statum Prosperum. ¡Cuán grande ha sido el Señor desde aquel 17 de septiembre del lejano y, al mismo tiempo, cercano 1511¡ ¡Cuántas Hermanas Concepcionistas siguiendo la Regla de la OIC se han identificado con la forma de vida que ha vivido y deseado para sus hijas Santa Beatriz de Silva! ¡Cuántas Hermanas, todavía hoy, inspirándose en dicha Regla, y deseando abandonar la vanidad del siglo, se desposan con Jesucristo Redentor,
“viviendo en obediencia, sin propia y en castidad, con perpetua clausura!” (Regla de la Orden de la Inmaculada Concepción (=R. OIC), 1), a honra de la Concepción Inmaculada de María! (Constituciones generales de la Orden de la Inmaculada Concepción (=CCGG, OIC), 1). Por todo ello doy gracias al Señor que os ha llamado a vivir el Evangelio según la Regla y forma de vida aprobada por el Papa Julio II (Constituciones generales de la Orden de la Inmaculada Concepción (=CCGG, OIC), 1).
El Papa Juan Pablo II en Vita Consecrata nos recuerda la urgencia de una referencia renovada a la Regla, pues, junto con las Constituciones, contiene un itinerario de seguimiento
(Vita consacrata (=VC) 37). La Regla es, en efecto, una referencia imprescindible a la hora de revitalizar un determinado carisma, en este caso el carisma concepcionista.
Hoy tomo una vez más la Regla de la OIC en mis manos y la leo con devoción. Y de nuevo quedo impresionado vivamente por la belleza de la vida que aquí viene descrita, por esta síntesis preciosa de doctrina y programa operativo en torno a Jesucristo y María Inmaculada.

Todo en nuestra vida es don, también estos ideales, estas motivaciones y estas intuiciones. En este contexto, la forma de vida concepcionista que encuentra su expresión en la Regla OIC, y que vosotras profesáis y ardientemente anheláis vivir en fidelidad creativa
(Cf. VC, 37), dentro de la Iglesia (Cf. CCGG, OIC, 3) y en fraterna colaboración con la Orden de los Hermanos Menores (Cf. CCGG, OIC, 119), es un don en primer lugar a vosotras, mis queridas hermanas, pero también a la Iglesia y a toda la familia franciscana de la que, por designio de la Providencia, formáis parte.
Doy gracias al Señor por haberos concedido a vosotras, a la Iglesia, y a la familia franciscana estos ideales, estas motivaciones, estas intuiciones, esta forma de vida.
¡Es un gran regalo!, se trata de un proyecto de Dios, deseado y provocado por Él mismo. Él quiso que el acontecimiento de la Inmaculada Concepción de María fuera no solamente defendido en las cátedras y propagado desde los púlpitos y los escritos por los Hermanos Menores, como manantial de gloria y de vida en el pueblo cristiano, sino que también quiso que este acontecimiento fuera exaltado por vía de la alabanza y de la vivencia, del amor, del entusiasmo y de la imitación por vuestra Orden. Y ello a lo largo de muchas y diversas generaciones, que Él ha sostenido en la fidelidad y en extraordinarias realizaciones personales y comunitarias.
A vivir ese proyecto habéis sido llamadas vosotras, en pos de las intuiciones de santa Beatriz y de la primera generación que logró plasmar sus ideales en este documento que os define y os une: la Regla de la OIC. Acogedla con renovado entusiasmo y con la firme voluntad de vivirla en el aquí y ahora de la historia personal de cada una de vosotras, y en el aquí y ahora del momento histórico que nos ha tocado vivir.
(continua)

1 comentário:

Anónimo disse...

Bonita y profunda carta la del M.G Hermanas meditadla.