sábado, 21 de agosto de 2010

SANTA BEATRIZ 2010
Carta del Asistente de la Federación Bética
de las Hermanas Concepcionistas
Beatriz mantuvo su lámpara encendida en medio de dificultades e incertidumbres. Resulta complejo abarcar los 30 años de silencio, o de espera, o de inseguridad, hasta plasmar ese anhelado proyecto o sueño que ella había labrado en honor de la Virgen María sin mancha de pecado. Ese sueño y proyecto debió ser, sin duda, fuente de grandes alegría, sobre todo cuando se acercara el tiempo de ponerlo por obra. Pero no sabemos a ciencia cierta todo lo que de dificultad o de inseguridad o de vacilación pudo suponer en su larga travesía. Ese caminar en la certeza de lo válido, de lo auténtico, de lo que verdaderamente cuenta, que es realmente lo que mueve la acción de Dios, es una buena lección que nos da Beatriz para que pongamos la atención y la mirada en lo que es sustancialmente importante.
Somos más proclives a celebrar el despunte, el brillo y los oropeles que a valorar aquello que es simple, anónimo y silencioso, sin caer en la cuenta que a veces Dios elige lo secreto y lo oscuro para que crezca la semilla. En Beatriz es más admirable lo secreto, lo oculto y lo silencioso que lo público y manifiesto. Pero vista su fe y confianza, no cabe duda que fue suficiente salvoconducto (o fundamento) para que la casa, aún a pesar de los vientos y las lluvias, no se cayera.

En la actualidad es bastante frecuente caer en lo superficial y en la dispersión. Se oye a menudo que no hay suficiente tranquilidad o sosiego en la vida de las comunidades: muchas consultas médicas, ingresos hospitalarios, asuntos administrativos, obras y albañiles, el trabajo y sus agobios, las exigencias de las jóvenes donde las hay, etc., etc.

En medio de estos afanes, los cuales evangélicamente son sólo útiles o válidos los de cada día, invitan y exigen a poner bien fija la mirada en lo más importante. No vale escudarse en describir la precariedad del momento. La realidad es la que nos viene dada o la que nosotros provocamos con nuestras actitudes y comportamientos. Pero el gran reto es que no seamos impedimento para que el Reino crezca y avance en medio del vivir de cada día y de la realidad tal como es.

Precisamente celebrar a Beatriz y su santidad es percibir que ella se centró en lo importante, abandonando lo secundario o superficial. Si no hubiese sido así, el proyecto inicial no hubiese seguido adelante. Por eso, la Inter Universa no presenta ausencias o lagunas jurídicas, lo que nos enseña es la urgencia de Beatriz por consolidar su proyecto inmaculista desde lo consistente, posponiendo aquello que puede ser tratado en segundo plano o dejarlo en manos de otros. Y la misma percepción podemos tener al acercarnos a la Regla aunque fuera redactada veintidós años después.

La Regla contiene la Forma de vida de las monjas de la Concepción. Absorbe los núcleos esenciales que Beatriz dibujó en los orígenes. Acoge con benignidad esos 22 años de intervalo con sus claroscuros. Y proclama en doce capítulos un diseño de vida que fue válido para aquella generación y que la Iglesia consideró idóneo para ser camino de santidad de las inspiradas y llamadas por Dios a este género de vida.

Celebrar V siglos de un texto que ha sido inspiración de vida de tantas hermanas, distintas en su origen, cultura y condición, es celebrar la acción del Espíritu que propuso en el corazón de Beatriz este modo de vida, es celebrar la fidelidad de tantas hermanas conocidas y anónimas que han seguido la horma de este divino camino y es celebrar que actualmente vivir conforme a Jesucristo el Redentor a honra de su Madre constituye un desafío para las hermanas que en la actualidad prosiguen los pasos de Beatriz según el género de vida que se describe en la Regla.

Por todo ello la celebración del V Centenario de la Regla es motivo más que suficiente para agradecer al Señor la santidad de vida que ha proporcionado este venerable texto a la Orden y a la Iglesia. Es motivo además de celebración porque sigue siendo un texto para el futuro, el cual se presenta a las nuevas generaciones para que emprendan con generosidad la oblación personal a Jesucristo el Redentor y a su Madre, y también porque en la Iglesia esta carta magna de la Orden de la Concepción ha sido fruto bendito de la Virgen sin mancilla a la que Beatriz elevó un trono en cada monasterio y en cada hermana con el vestido exterior y las actitudes interiores según el modelo mariano.

Pido para que cada hermana se prepare adecuadamente según el espíritu de Santa Beatriz a celebrar con alegría y gratitud el V Centenario de la Regla. Invito a que se acojan con ilusión todos los textos y materiales litúrgicos o formativos que han aparecido y que puedan aparecer durante el Centenario. Y pido especialmente a santa Beatriz para que hoy y mañana su Forma de vida siga siendo luz en el camino para vosotras y para las hermanas venideras.

Deseo que paséis un día de verdadero gozo en el Señor, renovéis vuestro compromiso de vida según las inspiraciones de santa Beatriz y de la Regla, y que viváis poniendo todo vuestro empeño de vida en lo que es importante.

Que el Señor os bendiga y os guarde a todas.

Fr. Joaquín Domínguez Serna, OFM
Asistente "Pro Moniabulus"

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